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Destinos turisticos ruinas arqueológicas El Antigal o Tullku Marka

Ubicado a una distancia de 65 Km de la ciudad de Tarija, se pueden encontrar ruinas arqueológicas de antiguas civilizaciones que habitaron en la zona.

ARTHUR POSNANSKY Y “EL ANTIGAL”

Escrito por Jannett Ortega Nov 24, 2013

Publicado en Cántaro

Mario E. Barragán V.

Arthur Posnansky, el eminente arqueólogo polaco que estudió y difundió las enormemente significativas ruinas de Tiahuanacu, visitó Tarija en 1941 para realizar estudios en varios de los sitios arqueológicos que se encuentran en nuestro territorio pero, principalmente, en lo que nosotros conocemos como ANTIGAL y Posnansky denomina como TULLKU-MARKA, nombre derivado posiblemente del de una de las abras que existen en las cercanías y que significaría “ciudad laberíntica”.

Las observaciones de Posnansky fueron presentadas en el XXVII Congreso Internacional de Americanistas que se reunió en Lima, Perú, en 1941 siendo publicadas en el Tomo I (pag. 183 – 190) de las Actas y Trabajos Científicos. Las observaciones de Posnansky son de gran importancia sobre todo porque son practicamente las únicas que se han publicado hasta la fecha respecto a este sitio arqueológico pese a que fueron muchos los arqueólogos que visitaron Tarija, algo que resulta sumamente curioso debido a que no es posible desconocer su importancia. Esta ha sido la razón por la cual la SOCIEDAD DE ETNOGRAFIA E HISTORIA de Tarija (SOETHIS) hubiera pedido su reproducción in extenso en Cántaro junto con los diez grabados que la acompañan, esperando que sea un incentivo para continuar estudios sobre ruinas de semejante magnitud.

EL HOMBRE PREHISTORICO DE TARIJA Y LAS MANIFESTACIONES DE SU CULTURA MATERIAL

LA CIUDAD DE TULLKU-MARKA

Por el Prof. Ing. ARTHUR POSNANSKY

Instituto Tiahuanacu. La Paz – Bolivia

Hace varios años, circulaban ya noticias indicando que en el clásico país de los fósiles, - Tarija –en el sur de Bolivia, existían grandes poblaciones de remotísima edad. Y también hace años que los hermanos Echazú encontraron en las mismas capas de arcilla en que se hallan el Mylodón, la Auchenia, el Euquus, Canis y otras especies de animales extinguidos, restos humanos fósiles, los que actualmente se exhiben en el Museo Nacional de La Paz y cuyo estudio publiqué en la Antropología de las razas andinas. Durante la expedición que hace pocas semanas he realizado a Tarija, me fue posible comprobar la existencia de esas poblaciones semi-enterradas, encontrando una, de más o menos dos kilómetros de largo por uno de ancho.

Realicé allí cuarenta y dos sondajes, especialmente en las cámaras sepulcrales, sin encontrar restos humanos que me hubieran permitido valiosas observaciones relacionadas con la cuestión racial. Empero, tanto por el sitio elegido cuanto por la técnica de las construcciones, puedo afirmar que esa población fue levantada por “Proto-Kollas”. Los cadáveres, ya transformados ahora, en tierra amarilla negruzca, yacían en el fondo de las cámaras sepulcrales y solamente por casualidad pude hallar parte de un fémur e insignificantes restos de una mandíbula semifosilizada. Los atributos funerarios de sustancias orgánicas, se hallaban destruidos y solo se encontró fragmentos de cerámica muy rústica y potentes cachiporras de piedra. Estas cachiporras son de un tamaño nunca visto en las excavaciones realizadas en otros sitios prehistóricos de Bolivia y por su gran peso, -muy superior al de las descubiertas en el Altiplano-, inducen a presumir que fueron manejadas por hombres de muy desarrollada musculatura. Aquí sobre la mesa se hallan dos y una de Tiahuanacu, para comparación.

La población a que me refiero se halla formada por restos de casas, las más de las veces de tamaño reducido, que se agrupan alrededor de un patio en cuyo centro se halla casi siempre una piedra colocada verticalmente. No existen rastros de plaza ni de calles y parece que ese poblado fue algo así como el avecindamiento de una “Great Family” o, dicho sea en castellano, de un grupo consanguíneo. El hecho significaría el establecimiento de una sola familia que creció y, poco a poco, en el transcurso de los siglos, formó un verdadero pueblo. No se encuentra divisiones de Ayllus. Las casas primitivas tuvieron, según los indicios observados, techos de piedra formados por lozas o umbrales largos y las casas de épocas posteriores, probablemente techo de madera con paja y composiciones de “arcilla con paja” superpuesta: la “torta”. Las excavaciones practicadas en el interior de las habitaciones, revelan una cerámica fragmentada, sumamente rústica, como rústicos son también los objetos de piedra allí encontrados. Hay dos clases de cámaras sepulcrales. Las unas para varios miembros de una familia, -situadas en el patio de la casa-, y otras, los sepulcros solitarios para un solo cadáver, en el centro de grandes montículos de piedras, que se asemejan a las “apachetas” de los ensillados o a las “abras” de las serranías, las que forman los indios desde tiempos inmemoriales, aumentando el volumen del montículo con una piedra que depositan en cada viaje.

En Tullku-Marka, las construcciones son de piedra rústica de una forma sumamente primitiva. Los muros de las viviendas longitudinales, se hallan formados por piedras más o menos planas que fueron colocadas verticalmente en las caras interiores y exteriores, acuñadas entre sí con piedra menuda y en el interior, -entre cara externa e interna, - rellenados con piedras menudas y barro, formando un verdadero concreto. Los constructores emplearon a veces bloques bastante grandes, hasta un metro cúbico y aquellas viviendas son extraordinariamente sólidas, como si sus ocupantes hubiesen de defenderse de animales feroces y de tribus selváticas. Y en efecto, esa población se halla en un sitio estratégico por excelencia, o sea el pie del último contrafuerte Este de la Cordillera Real, donde ya comienza la tierra cálida o sea la región a la que frecuentemente incursionaban las feroces tribus chiriguanas y donde ya entonces principiaba el bosque bajo. Adelanto la hipótesis de que los constructores de Tullku-Marka fueron Kollas, (tal vez antecesores de las antiguas tribus de los Tomatas y Churumatas), que bajaron de la cercana altiplanicie por causas climáticas y atraídos por la abundancia de alimentos. Contribuye en gran manera a esta suposición la existencia de “andenes agrícolas”, similar a los construidos por los Kollas en otros diversos puntos, y que en Tullku-Marka se formaron, desmontando el bosque que llegaba hasta el abanico de eyección de una corriente fluvio-glacial que salía del último contrafuerte de la cordillera, sobre el cual también edificaron viviendas. Tan estratégico era el sitio del poblado, que en caso dado, sus habitantes podían huir en pocas horas al Altiplano, su país de origen. Los enormes bloques brutos con que edificaron viviendas, corrales y parapetos, se hallan sobre el mismo suelo del citado abanico de eyección, que es bifurcado por un río de agua cristalina y sus afluentes. Cada grupo de casas, es una verdadera fortaleza.

A juzgar por los corrales que aún pueden distinguirse entre la ruinas, los pobladores de Tullku-Marka, habían domesticado ya a la llama. Y sobre las terrazas agrícolas plantaron sin duda la patata y la oca y seguramente el maíz, ya que la región de Tarija, es quizá un centro genético de esta planta, de la que aún hoy existe más de un centenar de variedades.

A juzgar por el topónimo muy cercano de “Tullku-Marka”, como se llama el abra que desde el Altiplano conduce al lugar de las ruinas, el nombre de una considerable acumulación de viviendas ha debido ser también Tullku-Marka, que en lengua kolla significa: “Laberíntica ciudad”. Comparando esas ruinas con otras vetustas manifestaciones de la cultura material del hombre en el antiguo Alto Perú, juzgo que Tullku-Marka sea quizá una de las más antiguas viviendas, construidas en forma urbana, de los prehistóricos pobladores de la América del Sur. Pretendo hacer dentro de pocos días, nuevos estudios y excavaciones al respecto, y por eso, esta comunicación sólo tiene el carácter de previo.

Fig. 1.- Al pié de uno de los últimos contrafuertes de la cordillera de Tarija, hallase un abanico de eyección fluvio-glacial, sobre el cual están las ruinas de Tullku-Marka (topónimo aymara que significa “laberíntica ciudad”). En la parte superior se halla el abra de Tullku-Marka, que conduce al Altiplano.

Fig. 2.- Sobre el abanico de eyección, donde acaban las edificaciones, comienzan los restos de los “Andenes agrícolas”, típicas construcciones de los Kollas.

Fig. 3.- Uno de los restos de las construcciones más rústicas, que lejanamente se parecen a los “Kalasasayas” de los Kollas.

Fig. 4. Una de las típicas viviendas de Tullku-Marka, que circundan un patio o corral, con un nicho incrustado en la pared.

Fig. 5.- Técnica de pared con engaste de piedras y lozas en bruto en una de las viviendas de Tullku-Marka.

Fig. 6.- En los patios de estas pequeñas estancias suele existir al centro una piedra parada cuyo objeto ignoramos (Tal vez una piedra para sacrificios, adoración o usos domésticos).

Fig. 7.- Técnica típica en la construcción de las paredes de Tullku-Marka (entre las losas externas e internas se halla un concreto de piedras menudas y barro apisonado).

Fig. 8.- Una cámara sepulcral colectiva en el subsuelo del patio de una de las pequeñas estancias. Al abrirlo, se nota que el esqueleto o esqueletos se han transformado en polvo negruzco. Todo lo orgánico había desaparecido y sólo hallóse útiles rústicos de piedra, cuyo peso es casi cinco veces mayor que el de idénticas piezas encontradas en Tiahuanacu.

Fig. 9.- Tumbas solitarias que se encuentran por debajo de grandes montones de piedra y que se asemejan a las “apachetas” que suelen hacer los indios en los pasos altos de las montañas.

Fig. 10.- Esquema de una de las pequeñas etancias de Tullku-Marka (Escala_ 1-100).

Fuente; https://www.elpaisonline.com/index.php/2013-01-15-14-16-26/cantaro/item/108320-arthur-posnansky-y-el-antigal



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